15.3.07



Ayer se presentó, en la casa Refugio de la calle Citlaltépetl, en la colonia Condesa de la ciudad de México, la estupenda novela de Martín Solares, Los minutos negros (Mondadori, 2006). Los presentadores fueron Juan Villoro, Jorge Volpi y José Agustín. Aunque no pude estar presente en el evento, lo celebré cual se debe en compañía de otros colegas y admiradores del autor, por cuyo avenir y pronto regreso brindamos acaloradamente. ¡Salud!

******************************************

Por otra parte, repongo aquí un fragmento de relato que se me traspaginó y que me fue reclamado:

- Tómelo – dije, con la misma calma con que él se había dirigido a mí.

El hombre alargó la mano libre y tomó los billetes que esperaban con medio cuerpo en la ranura del cajero. Se los llevó frente al rostro y, abriéndolos en abanico entre los dedos con el gesto teatral de una bailarina de flamenco, los contó.

- ¿Es todo? – preguntó.

- Sí.

Metió los billetes en un bolsillo y, con el mismo paso de rengo con que se me acercó en un principio, se alejó del lugar con dirección a la entrada del metro. Lo miré avanzar mientras se llevaba la mano con el cutter al bolsillo del abrigo. Lo seguí durante algunos metros, pero cuando se dio cuenta de ello giró por un pasadizo estrecho, por entre una serie de contenedores instalados ahí por el municipio, rumbo a la zona de calles angostas y poco transitadas del barrio.

Por la avenida se acercaba una patrulla de la policía. Yo pensé en David Lynch, en la fila de gente que en ese momento se revolvía de impaciencia y frío en espera de poder entrar a la sala del cine. La calma no peleó el lugar en mi ánimo a una cierta indignación ante lo que acababa de ocurrir. Pero sobre todo, fue la imagen de mí mismo sentado ante las escenas incomprensibles que me esperaban, sin dinero e indigesto de resignación, lo que me empujó a lanzarme en el – en ese momento estaba persuadido de ello – inútil y engorroso episodio que se avecinaba.

Alcé la mano de pie sobre la acera. La patrulla se detuvo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que elegante tu asaltante. En Chile te gritan y te hacen el tajito aunque le hayas dado la plata.
Elegante el escritor mas bien.

manana leo y yo d'andole vuelta a los blogs....

chao pescao
Pintura

Yoyontzin dijo...

Gracias por poner la continuación!