24.2.06

El reverso de la moneda

Era el crótalo más grande que jamás había visto. Al constatar su tamaño, se explicó el que le hubiera sido tan fácil distinguirlo a esa distancia. Sintió cómo el enorme animal luchaba por liberarse de sus garras, se revolvía sobre sí mismo con una violencia insospechada. En su esfuerzo por dominarlo, se sintió ganar por la fatiga, y pensó con cierta alarma que le sería necesario tomar un descanso antes de continuar su camino. Buscó con atención, pero no era fácil encontrar un sitio donde bajar en aquella superficie vasta y estéril. Con muchos esfuerzos logró llegar hasta un pequeño saliente donde, luego de sortear filosas espinas, pudo por fin descansar un momento. La fuerza con que la presa se debatía la obligó a plantarse bien sobre sus extremidades, erguir el cuerpo y agitar las alas para no perder el equilibrio sobre el estrecho nopal. Fue entonces cuando vio el inmenso grupo de extraños bípedos plumosos que, desde el otro lado del lago, la miraban atónitos. Era la señal divina. De ese pueblo sucio debía servirse su raza para formar el ejército invencible que extendería su imperio de los aires sobre toda la tierra conocida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se me enchinó mi cuero mexicano