28.11.05

Pollo con curry

A las cinco de la mañana me despertó el pollo con curry. ¿A quién habrás salido, mijo?, me pareció escuchar a mi madre. El recuerdo de la cena volvía insistente a pesar de mis esfuerzos por dormirme. La guitarra de un africano reggae-jazzero, el rollo del mesero-buensamaritano, voluntario de la asociación que cocina en apoyo a las asociaciones que cocinan, el buen ambiente y la experiencia de un local viejo y bonito en un barrio que, todos lo juran, en poco tiempo se pondrá de moda.
El menú: rollo del mesero, sopa de chícharos bio muy sana e insípida, pollitosano con rajas de limónhuevoypiña, arroz con pimientaynosal, más rollo del mesero (otro mesero, mismo rollo), postre de pera y chocolate y, de pilón, más postre con todo y la receta, inflada con ingredientes que nadie ha visto nunca para hacer el ejercicio más interesante.

Cinco y media y mareado de dar vueltas en la cama. Hasta el sueño se me fue. Me levanto. En eso llama Miguel. Creo que estaba borracho. Se había ido de juerga con un par de ociosos y hablaba incoherencias sobre literatura y supuestos nunca vistos en el arte de nuestro tiempo.
- Vete a dormir - le dije.
Cuando me acerqué de nuevo a la cama ella me dijo:
- ¿Qué te pasa, güeroscuro?
Desde que vio que mi pasaporte me define con un "tez morena clara" me trae finto.
- No es nada. Vuélvete a dormir - le dije.
Las incoherencias de Miguel y del pollitosano impidieron cualquier reconciliación con la almohada. Me levanté de nuevo y recorrí el pasillo en varias ocasiones.
Caminando así recordé al único desasociado del restaurante asociativo. Un hindú de cara divertida que llegó vendiendo juguetitos super coloridos. Nos tenía a todos lelos, pero como no era posible hablar con él en ninguna lengua conocida, el pobre se fue en blanco, haciendo girar su rehilete con lucecitas de colores por la calle que pronto estará de moda, mientras nosotros disfrutábamos de la cocina de su país. Tal vez entonces, pensé, cuando se vayan las asociaciones que ayudan a las asociaciones, y vengan los burgueses que cenan en los barrios de moda, el hindú podrá vender sus lucecitas.

Hacia las ocho, más desmotivado que a las cinco, pero con la esperanza de un futuro mejor, con rehiletes de colores y sin pollo al curry, me dije:
- Ya vete a dormir.
Y me dormí.

1 comentario:

Miguel Tapia Alcaraz dijo...

recuerdo el poema. sobre todo algo sobre el sombrero del apio. muy divertido. la proxima vez al menos le pondre un gorrito al pollo. gracias por el consejo!