9.11.05

Turcas, bohemias, argentinas

Mientras disfrutaba una sorpresiva Pilsner turca, remojando el cansancio frente a harisas, donners y escritoras, recibí una llamada en argentino. Desde Bs As, un periodista me pedía una colaboración en directo para el noticiero de medianoche de la televisora para la que trabajaba. Del Canal 9 sabía tan poco como de la Pilsner de Turquía. En un viaje a Bohemia aprendí que esa es la tierra original de la famosa cerveza, cuyo proceso de fabricación particular le da un gusto inigualable. La ingestión de Pilsners se convirtió durante ese viaje, de manera inesperada, en una de las actividades principales. La Pilsner bohemia tiene un sabor medianamente fuerte, un hermoso color cobrizo, una consistencia fresca y sedosa que siempre sorprende al paladar.

La sorpresa no me impidió, sin embargo, aceptar la propuesta de mi amable interlocutor, aún cuando éste me precisó que me llamaría de nuevo cinco minutos antes de las cuatro de la mañana, en mi horario. La causa del interés: los disturbios en los suburbios franceses y, como más tarde lo sabría, el toque de queda instaurado en algunas de sus ciudades.

Aún cuando el sabor de la turca Pilsner no se acercaba siquiera al original bohemio, su efecto fue dulce y confortante. Luego de revisar las últimas noticias, caí en un profundo sueño que terminó bruscamente a las cuatro menos un minuto. Una mujer argentina se apresuraba del otro lado de línea. Tenía un minuto para ser amable conmigo, responder a mis preguntas, dar instrucciones a al menos dos técnicos y otro telefonista, arrancar el noticiero de media noche. Por fin me dejó en espera. Ignoro si en Argentina se fabrica cerveza Pilsner. Sé que beben mucha Quilmes. ¿A qué sabrá la Quilmes?

Buenas noches, me dice la conductora del noticiero. Su voz es dulce, profesional. Con voz aún adormilada, pero con el pulso alterado por el salto transoceánico y transhemisférico, devuelvo el saludo como puedo. Mi participación dura apenas un minuto y medio. Luego se despiden de mi la conductora y la productora, de nuevo amablemente. De vuelta en mi cama, peno para reconciliar el sueño. Media hora más tarde imagino a los colegas en Bs As, saliendo del trabajo a las cero horas treinta de una primavera generosa. Alguien propone tal vez tomar una cerveza antes de ir a dormir. Con los ojos abiertos mirando la luz de la ciudad en mi ventana, escucho las sirenas lejanas, las motocicletas sospechosas. Me pregunto con nostalgia si el sabor de la Quilmes es suave y arrullador como el de la Pilsner turca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hombre, no conocìa esta pàgina aunque habìa oìdo hablar de ella, y veo que la voy a frecuentar. Me gustò el texto sobre Francisco Hinojosa, en particular, y el tono de los otros artìculos, en general. ¿Quièn serà el famoso Gastòn Lè?
Un abrazo,
MS